Salió el primer número de Siwa, una publicación periódica de alta calidad, concebida con el encanto de un diario de otros tiempos y destinada a deslumbrar al lector con curiosas y originales notas sobre viajes y viajeros de todas las épocas.
Siwa no es una publicación periódica más. Por empezar parece dirigida a lectores de otros tiempos, que por uno de esos extraños cruces entre la realidad y la ficción se encuentran anclados en nuestro mundo contemporáneo, aunque no han dejado de soñar jamás con reinos remotos y relatos de viajes forjados al amparo de lo que los editores de esta original publicación han dado en denominar “literatura geográfica”, deliciosa invención terminológica que nos abre las puertas de un universo mágico.
El nombre elegido, Siwa, se inspira en un oasis de África septentrional que de vez en cuando sabe hacer gala de su naturaleza esquiva y desaparece de los mapas. Por lo demás –se nos explica en la “Advertencia del editor” en la segunda página–, “Siwa es una eufonía, un desliz cartográfico, una muesca desértica, una frase musical, si se quiere, pero de ningún modo, hasta hoy, un diario de edición Argentina”. Sí, el editor, que firma al pie como “Audiencia de Confines de la Ciudad de Buenos Aires”, se refiere a Siwa como un diario, aunque a juzgar por su nombre, contenido y periodicidad, no resultaría desacertado considerarla una revista; más aún: una revista escrita con un estilo delicadamente literario.
Para dar vida a la publicación, sus creadores eligieron tipografías y un formato y un diseño que evocan aquellos del siglo XVIII. Un atractivo uso del lenguaje que emula también el de épocas pretéritas permite que el lector se deleite a lo largo de las páginas en las que se despliega una cuidada selección de contenido referido a viajes y viajeros que van desde la antigüedad hasta nuestros días, desde África hasta la isla de los Cinocéfalos, desde la antigua China hasta la Utopía de More, y avanzan a pie por los desiertos, en barco con Simbad el marino, o simplemente se deslizan por los terrenos de la literatura a través de Las mil y una noches, de un misterioso relato inacabado de Edgar Alan Poe, o de los textos recomendados en la biblioteca del muelle, que ocupa la página final.
En Siwa, cada paraje, cada trayecto, cada caminante, cada texto que los presenta ha sido de alguna manera reinventado, hasta la misma ciudad de Buenos Aires, que al entrar a formar parte de Siwa ha dejado de existir tal y como la conocemos para convertirse en un sitio ficticio en virtud simplemente de la frase que incluye su nombre habitual y lo vuelve extraordinario: “Siwa ha sido concebida por la Audiencia de Confines de la Ciudad de Buenos Aires”.
El ejemplar, “profusamente ilustrado” –como se anuncia desde su portada– con mapas y dibujos mayormente antiguos en blanco y negro, se dice vinculado a “los secretos y prodigios de la naturaleza, descripción de países, costumbres, antigüedades, viajes, cultos, ceremonias, bestias de tierra, agua y aire, piedras, reliquias, ritos, mapas, libros, islas, para beneficio y recreación de todos los lectores y en orden exacto a tal y como acontecieron”. Se trata de una promesa que, gracias al trabajo de búsqueda en nutridas bibliotecas y a la eficaz pluma de los autores, se cumple al pie de la letra.
En tiempos de vértigo intenso e invasión inmoderada de información e imágenes que muchas veces pierden sentido a fuerza de repetirse sin cesar, la aparición de Siwa no deja de ser precisamente lo que se ha enunciado en primera instancia: un oasis donde detenernos, maravillarnos, embebernos de curiosidades y como lectores-viajeros de hoy y de siempre, hacer de la lectura un verdadero viaje de placer.
Siwa no es una publicación periódica más. Por empezar parece dirigida a lectores de otros tiempos, que por uno de esos extraños cruces entre la realidad y la ficción se encuentran anclados en nuestro mundo contemporáneo, aunque no han dejado de soñar jamás con reinos remotos y relatos de viajes forjados al amparo de lo que los editores de esta original publicación han dado en denominar “literatura geográfica”, deliciosa invención terminológica que nos abre las puertas de un universo mágico.
El nombre elegido, Siwa, se inspira en un oasis de África septentrional que de vez en cuando sabe hacer gala de su naturaleza esquiva y desaparece de los mapas. Por lo demás –se nos explica en la “Advertencia del editor” en la segunda página–, “Siwa es una eufonía, un desliz cartográfico, una muesca desértica, una frase musical, si se quiere, pero de ningún modo, hasta hoy, un diario de edición Argentina”. Sí, el editor, que firma al pie como “Audiencia de Confines de la Ciudad de Buenos Aires”, se refiere a Siwa como un diario, aunque a juzgar por su nombre, contenido y periodicidad, no resultaría desacertado considerarla una revista; más aún: una revista escrita con un estilo delicadamente literario.
Para dar vida a la publicación, sus creadores eligieron tipografías y un formato y un diseño que evocan aquellos del siglo XVIII. Un atractivo uso del lenguaje que emula también el de épocas pretéritas permite que el lector se deleite a lo largo de las páginas en las que se despliega una cuidada selección de contenido referido a viajes y viajeros que van desde la antigüedad hasta nuestros días, desde África hasta la isla de los Cinocéfalos, desde la antigua China hasta la Utopía de More, y avanzan a pie por los desiertos, en barco con Simbad el marino, o simplemente se deslizan por los terrenos de la literatura a través de Las mil y una noches, de un misterioso relato inacabado de Edgar Alan Poe, o de los textos recomendados en la biblioteca del muelle, que ocupa la página final.
En Siwa, cada paraje, cada trayecto, cada caminante, cada texto que los presenta ha sido de alguna manera reinventado, hasta la misma ciudad de Buenos Aires, que al entrar a formar parte de Siwa ha dejado de existir tal y como la conocemos para convertirse en un sitio ficticio en virtud simplemente de la frase que incluye su nombre habitual y lo vuelve extraordinario: “Siwa ha sido concebida por la Audiencia de Confines de la Ciudad de Buenos Aires”.
El ejemplar, “profusamente ilustrado” –como se anuncia desde su portada– con mapas y dibujos mayormente antiguos en blanco y negro, se dice vinculado a “los secretos y prodigios de la naturaleza, descripción de países, costumbres, antigüedades, viajes, cultos, ceremonias, bestias de tierra, agua y aire, piedras, reliquias, ritos, mapas, libros, islas, para beneficio y recreación de todos los lectores y en orden exacto a tal y como acontecieron”. Se trata de una promesa que, gracias al trabajo de búsqueda en nutridas bibliotecas y a la eficaz pluma de los autores, se cumple al pie de la letra.
En tiempos de vértigo intenso e invasión inmoderada de información e imágenes que muchas veces pierden sentido a fuerza de repetirse sin cesar, la aparición de Siwa no deja de ser precisamente lo que se ha enunciado en primera instancia: un oasis donde detenernos, maravillarnos, embebernos de curiosidades y como lectores-viajeros de hoy y de siempre, hacer de la lectura un verdadero viaje de placer.
Siwa. Biblioteca Universal de Literatura Geográfica.
Creadores: Salvador Gargiulo, Christian Kupchik, Héctor Roque Pitt.
Diseño y maquetación: Lucas Frontera Schällbaum.
Para contactarse con la publicación: clubburton@hotmail.com
Teléfonos: 4943-7143 / 4541-0693 y 4805-4284
Precio del ejemplar: $15 (en venta en librerías)
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